lunes, 30 de abril de 2012

Siempre en lucha desigual cantan tu invicta arrogancia. Batalla de San Marcial


La victoria española en la Batalla de San Marcial es una de las más gloriosas de nuestra larga historia bélica. Se produjo en los alrededores de Irún, (posiblemente dónde la imagen) en la provincia de Guipúzcoa el 31 de agosto de 1813. Tras la derrota francesa, las tropas de Napoléon no volvieron a pisar tierra vasca.

Los franceses, siendo poseedores de la ciudad de San Sebastián y asediados por la columna hispano-lusa-británica se baten en retirada hacia el este. El Duque de Wellington que dirigía a las tropas aliadas decidió cortarle el paso por Vitoria y Pamplona. Así que a los franceses sólo les quedaba la opción de marchar hacia la frontera. Rapidamente las tropas que asediaban San Sebastián salieron a su encuentro.

Tras organizarse el ejército galo del general Soult en el País Vasco francés se dirigen hacia Irún. Las tropas aliadas, que ya les esperaban allí también aumentaron y, a ellas se les unió el "ejército de Galicia" al mando del General Freire, el cual vemos en la imagen.

Los soldados de este nuevo pelotón español habían sido expulsados de su tierra por los franceses y los estuvieron persiguiendo por toda la península hasta que por fin pudieron dar con ellos en las postrimerias de la batalla.

Las condiciones climáticas del 31 de agosto eran las típicas de verano en el norte de España pero con una densa niebla en la que se vieron envueltas las tropas francesas. Gracias a esta bruma los soldados imperiales decidieron atacar primero
con una fuerte embestida de su artillería. Las tropas aliadas se vieron desconcertadas pero no las tropas de Freire que estaban desplegadas en las alturas de las montañas. Soult en medio de la sangrienta batalla decidió replegar sus tropas y salir en busca del resto del ejército español del general Freire. Los hombres de Freire les recibieron a bayoneta calada y manteniendo firme la línea de ataque se echaron encima de los hombres de Soult empujándolos ladera abajo. Los españoles baten finalmente a Soult que ordena la retirada y huye hacia suelo francés. En esta batalla perecieron más de dos mil heroicos españoles que supieron defender de manera férrea y tenaz su patria frente a los viles invasores que sufrieron el doble de pérdidas humanas y practicamente la Guerra.



Tras la cruenta batalla y la brillante victoria española el Duque de Wellington, maravillado por cómo había visto en primera persona pelear de una manera tan admirable a los soldados gallegos, escribe lo siguiente:

"Guerreros del mundo civilizado: Aprended a serlo de los individuos del cuarto ejército español que tengo la dicha de mandar. Cada soldado de él merece con más justo motivo que yo el bastón que empuño. Del terror, de la muerte, de la arrogancia y serenidad, de todo disponen a su antojo. Dos divisiones inglesas fueron testigos de este combate original sin ayudarles en cosa alguna y esto por disposición mía para que se llevaran una gloria que no tiene compañera en los anales de la historia.

Españoles: Dedicaos todos a premiar a los infatigables gallegos, distinguidos sean hasta el fin de los siglos por haber llevado su denuedo hasta donde nunca nadie llegó.
Nación española: la sangre vertida por tantos cides fue recompensada por dieciocho mil enemigos con una numerosa artillería que desaparecieron como el humo para que no os ofendieran jamás."




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