viernes, 4 de mayo de 2012

¡La Virgen del Pilar dice que no quiere ser francesa, que quiere ser capitana de la tropa aragonesa!

Ya hemos hablado en este blog de muchas batallas en la Guerra Anti-Invasora contra los fraceses. Ya hablamos de las victorias de Bailén o San Marcial entre otras. En esta ocasión contaremos lo que pasó en la ciudad turolense de Alcañiz.

Conocida como la Batalla de Alcañiz, en esta nueva contienda entre españoles y franceses se enfrentaron en igualdad de condiciones las tropas del Mariscal Suchet y las del General Joaquín Blake.

Este alto mando español nacido en Málaga, de origen irlandés y antifrancés de vocación, ya participó con voluntarios de Castilla en la Guerra del Rosellón contra la Revolucion Francesa de Napoleón. Curtido de tantas batallas contra los invasores galos, en ocasiones brillante ganador en otras fuertemente derrotado.


Comienza el año de 1809 y los generales franceses intimidan por la fuerza a los inocentes españoles obligandoles a rendirse en algunos casos del norte peninsular. Habiéndose rendido ciudades como Zaragoza entre otras, a finales de enero de este año los franceses mandan un emisario a Alcañiz con la intención de que este pueblo
capitulase y se rindiese, cosa que no hicieron. En la tarde del 26 de enero de 1809 sitiaron fuertemente la ciudad que solo podía defenderse con civiles y cuchillo en mano. La ciudad quedó destrozada, saqueada y expoliada de todos sus bienes.

El 23 de Mayo de 1809 se encuentran los dos ejércitos frente a frente en las proximidades de Alcañiz, librándose aquí la mayor batalla de la guerra de todo el Bajo Aragón. Los primeros en avanzar fueron los hombres del experimentado Suchet a los cuales él llamaba "la máquina de guerra". Los españoles mientras tanto se desplegaban por varios flancos y tenían controladas las posiciones más altas subidos en grandes cerros. Los franceses atacaban enérgicamente por el centro mientras la caballería española le cerraba el paso por los lados y los arrinconaban. No queriendo ser derrotado, Suchet decide dar una nueva arremetida y escoge a los 2 mil hombres más frescos y que aún no habían participado en la batalla.

Las escuadras francesas no pudieron romper la línea española y fueron embestidos por la artillería española siendo desordanados e inmediatamente derrotados. Los franceses no tuvieron otra opción que la de retirarse rapidamente dejando atrás a los quinientos cadáveres y mil quinientos heridos aproximadamente de su ejército. Las perdidas españolas fueron en total de unas trescientas.

Esta decisiva victoria española en Alcañiz fue fundamental en esta primera parte de la guerra ya que frenó radicalmente a las tropas imperiales de Napoleón en su intento de tomar la Península Ibérica. Para conmemorar esta proeza se decidió levantar este obelisco en el mismo sitio dónde se produjo la contienda, en memoria del arrojo de los valientes vencedores de la batalla, cien años después de producirse ésta. En el obelisco hay una placa que se puede leer lo siguiente:
Este obelisco se ha erigido por suscripción pública en honor del ejército y del pueblo como memoria del primer centenario de la batalla.











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