A finales del invierno de 1960 se estrella en el Picón de Sierra Nevada un avión militar norteamericano. En él viajaban 24 oficiales de la marina estadounidense. El pueblo más cercano al accidente era Jérez del Marquesado y sus vecinos, sin dudarlo, acudieron al rescate.
Pudo ser una catástrofe, pero no lo fue. Se trata de una historia sin precedentes en la historia de la aviación hasta ese momento. Fue el primer avión estrellado más allá de los 2500 metros de altitud sin victimas mortales.
El avión "Ciudad de Madrid" salió de Nápoles con destino a la base de Rota. Iba costeando la península y al adentrarse en ella se encontró con una fuerte ventisca a su paso por Sierra Nevada. El avión pierde un motor y de inmediato el avión cae y se choca con la montaña. Por suerte, la nieve acumulada amortiguó el golpe y los viajeros heridos permanecieron dentro de la nave para evitar helarse. Dos supervivientes fueron hasta Jérez, el pueblo más cercano y, al no saber hablar español, construyeron un avión con papel de periódico y lo chocaron contra el suelo. Los vecinos entendieron de momento lo que pasaba y se corrió la voz de alarma por todo el pueblo. Sin pensarlo, los vecinos fueron en auxilio de los americanos. Unos estaban en el campo con el ganado y otros en sus casas haciendo sus tareas cotidianas.
Los muchachos del pueblo se adentraron en la montaña sin linternas, sin ropa de abrigo pero a pesar el frio y la nieve a la altura de las caderas nunca se dieron la vuelta hasta dar con el avión. Cuando los españoles llegaron al aparato estaban casi helados. Se interesaron por el estado de salud de los heridos mediante signos ya que ninguno sabia inglésy pasaron la noche allí junto a ellos.
Cuando salió el sol a la mañana siguiente, el avión estaba sepultado por la nieve y los vecinos decidieron trasladar a pie y en mulas a once de los supervivientes más graves hasta que horas más tarde llegaron los equipos de salvamento. El medico practicante del pueblo fue el primero en atender a los heridos más graves, inmovilizar fracturas, cortar hemorragias y paliar dolores en general con una cantidad importante de morfina. Aunque uno quedó parapléjico, todos los integrantes del avión salvaron su vida.
Días después del suceso, se trasladó al pueblo como muestra de gratitud el embajador americano en España Mr. Lodge. Él mismo fue el encargado de entregar al pueblo de Jérez del Marquesado una placa conmemorativa que daba constancia del heroico comportamiento de todos los que intervinieron en la dura y peligrosa evacuación, a pesar de la nieve y el frío y, a pesar también, de no haber visto nunca un avión ni nada parecido y de no haber escuchado el inglés ni otro idioma que no fuese el español.
Durante años, los americanos enviaron al pueblo víveres y cargamentos de ropa. Además, donaron los restos del avión al pueblo. Por la venta del avión ingresaron 1400 000 pesetas. Ese dinero se empleó para arreglar el campanario de la iglesia y traer el agua potable al pueblo.
Hispane Memento
viernes, 4 de abril de 2014
lunes, 24 de febrero de 2014
Españoles en Ucrania , José De Ribas
En las últimas semanas, televisiones, diarios y el resto de medios de comunicación divulgan con frecuencia imágenes de la revolución que está viviendo Ucrania. Al verlas, recordé la historia de un español que por esas tierras anduvo. Y eso me hizo pensar que en el cualquier trozo de tierra en el mundo hay una tumba española.
El protagonista de dicha historia es el español José de Ribas, que llegó a ser almirante de la armada rusa en los tiempos de la zarina Catalina la Grande. José de Ribas nació en Nápoles, cuando esta pertenecía a España. Hijo de diplomáticos catalanes, siempre se le consideró español y quedó constancia de ello cuando al alistarse al ejérciro ruso se le inscribió como "hijo de la nobleza española". DeRibas ingresa en el ejército ruso luego de presentarse en Italia al Conde Aleksei Orlov que quedó fascinado de su polivalencia. Los mayores éxitos en su carrera militar fueron; conquistar para Rusia la península de Crimea. Vencer en la batalla naval del estuario del Dnieper a los otomanos. Integrar la ciudad de Ochakov y la isla Berezán al Imperio Ruso, tras férreos asedios. En 1792 firmó el Tratado de Jassy. En él se cedía a Rusia toda la orilla norte del Mar Negro. En un decreto personal, Catalina le encomienda la construcción de lo que pasaría a ser Odesa.
José de Ribas dirigió la construcción de la ciudad de Odesa y la fundó oficialmente en 1794. La ciudad prosperó y progresó rapidamente gracias al buen gobierno de Ribas. A día de hoy es la ciudad comercial más importante del Mar Negro y de Ucrania y la tercera con mayor población del país. La avenida más famosa de Odesa es Deribasovskaya "Calle De Ribas";. Aún a día de hoy existen apellidos "De Ribas" en Odesa, descendientes del padre fundador de la ciudad.
Curiosidades: Tras la muerte de Catalina II, el hijo de esta, Pablo I se convierte en nuevo Zar. Unas de sus iniciativas fue la creación del Ministerio de Montes. Este novedoso ministerio sería dirigido por José de Ribas debido a su fama y consagración. Por lo tanto, el primer ministro de montes de Rusia fue español.
El protagonista de dicha historia es el español José de Ribas, que llegó a ser almirante de la armada rusa en los tiempos de la zarina Catalina la Grande. José de Ribas nació en Nápoles, cuando esta pertenecía a España. Hijo de diplomáticos catalanes, siempre se le consideró español y quedó constancia de ello cuando al alistarse al ejérciro ruso se le inscribió como "hijo de la nobleza española". De
José de Ribas dirigió la construcción de la ciudad de Odesa y la fundó oficialmente en 1794. La ciudad prosperó y progresó rapidamente gracias al buen gobierno de Ribas. A día de hoy es la ciudad comercial más importante del Mar Negro y de Ucrania y la tercera con mayor población del país. La avenida más famosa de Odesa es Deribasovskaya "Calle De Ribas"
Curiosidades: Tras la muerte de Catalina II, el hijo de esta, Pablo I se convierte en nuevo Zar. Unas de sus iniciativas fue la creación del Ministerio de Montes. Este novedoso ministerio sería dirigido por José de Ribas debido a su fama y consagración. Por lo tanto, el primer ministro de montes de Rusia fue español.
jueves, 20 de febrero de 2014
Agustina de Aragón, la catalana defensora de Zaragoza
Agustina fue protagonista de una de las muchas proezas del pueblo español durante la contienda armada contra el invasor francés. La hazaña de esta catalana, que la hizo célebre en tiempos revueltos, tiempos necesitados de patriotismo, heroicidad y valor, sucedió durante el verano de 1808, cuando los ejércitos napoleónicos intentaban penetrar en la ciudad de Zaragoza. Allí se encontraba Agustina debido a que su marido, un cabo de artillería, se encontraba destinado en la capital aragonesa.
A mediados de Junio de 1808 los franceses intentan entrar en Zaragoza por las puertas del Carmen y Portillo, siendo cerrados por una embestida de la artillería española. Los franceses, a lo largo de los días, causan numerosas bajas a los defensores españoles y, a inicios del mes de julio, el ejército francés se reúne en la Puerta del Portillo, dónde los zaragozanos estaban más debilitados.
Los españoles defensores de la plaza, estaban desmoralizados y desalentados cuando entró en escena la heroína aragonesa. Agustina, cogiendo la mecha de las manos de un paisano moribundo, disparó el cañón contra los atacantes, de tal manera que sus compatriotas al verla no se dieran por vencidos e hicieran lo mismo. La cosa acabó como acaban las cosas que se hacen con tenacidad y perseverancia. La firmeza y el arrojo de los españoles concluyó en la retirada francesa.
Por este hecho le pusieron el apodo de "La Artillera". Retratada sutilmente por el genial maestro Goya. Agustina es tan sólo una de las pocas heroínas que participaron en la contienda y conservan su nombre para la historia. Pero fueron centenares los patriotas incógnitos y anónimos. Hombres y mujeres, ancianos y niños, nobles, burgueses y campesinos que entregaron la vida a su patria sin pedir nada a cambio, derramando sangre y sudor para expulsar al vil intruso. Y entre los muertos siempre habrá una lengua viva para decir que Zaragoza no se rinde.
Curiosidades:
El general Palafox, que comandaba las operaciones españolas de Zaragoza, mandó llamar a Agustina y sobre el campo de batalla, le concedió el distintivo de subteniente por la "recompensa del valor y el patriotismo".
El rey felón Fernando VII le otorgó una pensión vitalicia de 100 reales por su heroica participación durante la guerra.
Después de esta proeza, Agustina no cesó en su empeño de expulsar a los franceses, y participó en varias batallas más como el Sitio de Teruel o el Sitio de Tortosa, dónde incluso llegó a estar hecha prisionera, escapándose más tarde.
A mediados de Junio de 1808 los franceses intentan entrar en Zaragoza por las puertas del Carmen y Portillo, siendo cerrados por una embestida de la artillería española. Los franceses, a lo largo de los días, causan numerosas bajas a los defensores españoles y, a inicios del mes de julio, el ejército francés se reúne en la Puerta del Portillo, dónde los zaragozanos estaban más debilitados.
Los españoles defensores de la plaza, estaban desmoralizados y desalentados cuando entró en escena la heroína aragonesa. Agustina, cogiendo la mecha de las manos de un paisano moribundo, disparó el cañón contra los atacantes, de tal manera que sus compatriotas al verla no se dieran por vencidos e hicieran lo mismo. La cosa acabó como acaban las cosas que se hacen con tenacidad y perseverancia. La firmeza y el arrojo de los españoles concluyó en la retirada francesa.
Por este hecho le pusieron el apodo de "La Artillera". Retratada sutilmente por el genial maestro Goya. Agustina es tan sólo una de las pocas heroínas que participaron en la contienda y conservan su nombre para la historia. Pero fueron centenares los patriotas incógnitos y anónimos. Hombres y mujeres, ancianos y niños, nobles, burgueses y campesinos que entregaron la vida a su patria sin pedir nada a cambio, derramando sangre y sudor para expulsar al vil intruso. Y entre los muertos siempre habrá una lengua viva para decir que Zaragoza no se rinde.
Curiosidades:
El general Palafox, que comandaba las operaciones españolas de Zaragoza, mandó llamar a Agustina y sobre el campo de batalla, le concedió el distintivo de subteniente por la "recompensa del valor y el patriotismo".
El rey felón Fernando VII le otorgó una pensión vitalicia de 100 reales por su heroica participación durante la guerra.
Después de esta proeza, Agustina no cesó en su empeño de expulsar a los franceses, y participó en varias batallas más como el Sitio de Teruel o el Sitio de Tortosa, dónde incluso llegó a estar hecha prisionera, escapándose más tarde.
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