Muchos fueron los exploradores españoles en el siglo XVI que anduvieron por América en busca del soñado reino Dorado. En este maravilloso lugar el oro era tan abundante que los indios que lo guardaban lo despreciaban e incluso pavimentaban las calles con este metal precioso. Pero este sitio siempre fue un lugar legendario que nadie llegó a ver.
Uno de estos exploradores, y muy poco conocido en nuestros dias, fue el almeriense Fernando de Berrío, que llegó a capitanear hasta veinte expediciones en busca del mítico lugar. En el transcurso de una de estas expediciones, estando en la actual Venezuela se toparon de frente con una colosal cascada (la más grande del mundo), siendo el primer europeo en contemplar tan considerable belleza natural. Esta cascada actualmente es una de las Siete maravillas naturales del mundo.
Al proseguir con la hazaña de encontar el Dorado, lugar que jamás encontraría, De Berrío empleó demasiado dinero, lo que provocó fuertes pérdidas económicas para la corona española y por este motivo fue sancionado y reemplazado. Cuando se dirigía a España para cumplir la sanción impuesta, fue apresado por piratas berberiscos y llevado a Argel, donde murió de peste.
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