España no cuenta en su historia con un gran número de piratas de alta mar. Pero sí que tuvo durante siglos una nutrida cifra de "piratas" de interior, los famosos bandoleros. Se escondían de la ley en las montañas escarpadas y en los frondosos bosques que por entonces cubrían la piel de nuestra Península Ibérica, sobretodo en el sur, en Andalucía.
Que los bandoleros se movieran por Andalucía no fue una simple casualidad o un hecho aislado. En Sierra de Cazorla, Sierra Mágina o en la Sierra de Ronda, entre otras, se da la orografía del terreno perfecta para que los bandidos pudiesen moverse a sus anchas. Además, casi todos nacían en ésta tierra, ya que ahí se daban varios condicionamientos sociales idóneos para que los pobres, o personas que huían de la justicia se echaran al monte para buscarse la vida al margen de la ley.
Casi todos se ganaban la vida con la caza furtiva o con pequeños hurtos en las fincas de los alrededores. Pero no pasaron a la historia por eso, sino por ser unos ingeniosos salteadores de caminos. Actuaban en forma de "cuadrillas" de 4 o 5 hombres como mínimo. Iban siempre armados y utilizaban medios muy violentos para extorsionar y robar a sus "presas", que siempre eran gente adinerada y acomodada de la sociedad. A su vez, con estos actos desafiaban a la ley y reivindicaban su poder ya que, de esta manera, ellos controlaban los recursos del país, como los caminos o puentes.
Los más célebres bandoleros surgieron durante, y después de la Guerra del Francés (1808-1814) en la que tuvieron una notoria participación. Podríamos mencionar a algunos como : Jaime "el barbudo" que tras matar a un hombre en 1806, huyó a las montañas y más tarde lucharía contra los franceses en la zona de Murcia. Asimismo cabe destacar la figura de uno de los bandoleros más buscados; "el Tempranillo", que actuó por los montes de Sierra Morena. También son muy conocidos los integrantes de la cuadrilla de bandoleros de "Los Siete Niños de Écija", que en efecto, eran siete niños, buscados y perseguidos por la ley. El jefe de partida era Luis de Vargas junto a sus seis compañeros; Juan Palomo, Satanás, Malafacha, Cándido, El Cencerro y Tragabuches. Como dato curioso a la par de anecdótico hay que decir que este grupo de bandoleros siempre lo formaban siete personas, que conforme iban pasando a criar malvas o caían presos eran reemplazados por otros nuevos.
Para ir terminando el sucinto resumen de estos temerarios personajes tan arraigados en nuestra historia y tan queridos por el pueblo llano, debido a su audacia y valor. Quiero contarles quien fue el último de éstos genios forajidos. Se trata del malagueño de El Burgo, Juan Mingolla Gallardo alias "Pasos Largos", nacido en 1873.
Actuó como tantos otros en la serranía de Ronda, pero en una época más avanzada y difícil para los bandoleros, en la cual un país que creía ser moderno no podía permitirse que por los montes camparan criminales, ya que todos debían de ser juzgados por la ley.
Pasos Largos no se hizo bandolero por vocación ni porque quisiera, supongo que tal vez la vida no te da muchas más opciones que la que él tuvo de echarse al monte a ganarse la vida. Sus padres muertos, al igual que su hermano mayor sólo le dejaron con la única compañía familiar de su hermano menor. Pero éste último se emancipó para casarse. Arruinado y solo ante el amparo de Dios, Pasos Largos marchó a la sierra, dónde pasaba casi todo el día. Allí se dedicó a la caza furtiva. Por este motivo, en una ocasión, Juan Mingolla fue denunciado ante la Guardia Civil con su correspondiente castigo. Lleno de odio y rencor mató al chivato que lo había denunciado junto a su hijo. Pasos Largos ya sabía que nunca podría volver a la vida normal, así que se preparó para una vida entregada al bandolerismo.
Se especializó en secuestrar gente influyente para exigir recompensas más grandes. El secuestro que más destacó fue el de Diego Villarejo, un rico cacique del lugar, por el que obtuvo 10.000 reales de compensación.
Su figura se hizo tan idolatrada por los pobres y simultáneamente tan temida por los ricos que llegó a oídos de todo el país. Así pues, su busca y captura es una cuestión prioritaria.
En agosto de 1916 la Guardia Civil se choca de bruces a Pasos Largos en un refugio que frecuentaba de forma habitual. La Guardia Civil dispara a quemarropa y los disparos lo alcanzan. A pesar de quedar gravemente malherido consigue huir cayendo rodando por un barranco. Cuando recobra el conocimiento se dirige nuevamente a Ronda, pero las autoridades lo detienen y lo encarcelan. Se dice que la muchedumbre que por allí pululaba lo vitoreaban y ovacionaban hasta el cuartel de la Guardia Civil.
Fue condenado a cadena perpetua, pero a los 16 años de la sentencia fue indultado por su buena conducta y su mal estado de salud.
Era tan admirado, que al salir de la cárcel y regresar a Ronda, Diego Villarejo, aquél cacique al que secuestró, le ofreció trabajo como guarda en una de sus fincas.
Con más de sesenta años, al viejo Pasos Largos se le ocurre la idea de robar una escopeta y echarse de nuevo al monte para saquear a los que más tenían. Hasta que en 1934 la Guardia Civil se entera de que vaga por la Sierra de las Nieves, dónde fue cercado por la Benemérita, la cual invita a que se rinda o si no lo matarían, a lo que él responde: "¡Pues mátenme!". El tiroteo acabó con Pasos Largos muerto por un disparo en el vientre y otro en el pecho.
De esta manera acabó una larga etapa en la biografía de España de "proscritos" que entregaron su vida normal por otra al margen de la ley para luchar contra las injusticias y las clases altas.
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