Hemos contado en este humilde blog varias peripecias protagonizadas por exploradores españoles nacidos en Extremadura. Y las que nos quedan... Hernando de Soto es otro pacense más que entregó todos sus bienes a cambio de honor, gloria y, como no, más tierras para la corona de España.
En el 1514 con apenas 14 años, De Soto se embarcó hacia el Nuevo Mundo con sus únicas posesiones: un escudo y una espada. Una vez allí, participó en el descubrimiento y la posterior conquista de nuevos territorios, tales como Honduras o Nicaragua. Asimismo participó en expediciones en América del Sur, y llegó a entablar una conversación con el jefe del Imperio Inca, Atahualpa, convirtiéndose De Soto en el primer colonizador en dialogar con éste.
Hernando de Soto volvió a España y se documentó para futuras exploraciones en Norte América. Es en el 1536 cuando llega a La Florida con unos 600 hombres traidos desde aldeas españolas dispuestos a colonizar las tierras recién descubiertas por Cabeza de Vaca. Ataviados con cruces con el propósito de instalarlas en los lugares sagrados de las tribus indias, animales y las herramientas necesarias para colonizar tierras y erigir ciudades.
Tras varios años de fatigas y luchas contra los nativos americanos, las tropas españolas estaban mermadas y desesperanzadas. Pero el afán del incansable De Soto de descubrir nuevas tierras no cesaba. En 1541 después de atrevesar los actuales estados norteamericanos de Carolina del Norte, Carolina del Sur, Georgia y Tenesse, llegaron a Alabama. Fue ahí dónde De Soto y sus hombres se toparon de frente con un inmenso río de abundante caudal, al cual llamaron: "Gran Río del Espíritu Santo", De Soto se convirtió así en el primer europeo en avistarlo. Éste río se trata del actual Río Misisipi, el más largo de Norte América y el cuarto más largo del planeta.
Nada más avistarlo, De Soto reclamó el río y toda su cuenca para España. Los españoles junto a De Soto dejaron de largo este río para seguir explorando nuevas tierras. Pero pronto volvieron y se establecieron cerca del gran río. De hecho fue a orillas del Misisipi en 1542, dónde Hernando de Soto encontró la muerte. Al pensar los indios que De Soto era un ser inmortal, los españoles decidieron hundirlo en el río que él mismo descubrió, para que ningún enemigo se percatara de que había muerto.
En homenaje al valiente y tenaz explorador español, en 1973 se inauguró el "Puente Hernando de Soto" que atraviesa el Río Misisipi y une las ciudades de Memphis Oeste (Arkansas) y Memphis (Tenesse).
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