lunes, 24 de febrero de 2014

Españoles en Ucrania , José De Ribas

En las últimas semanas, televisiones, diarios y el resto de medios de comunicación divulgan con frecuencia imágenes de la revolución que está viviendo Ucrania. Al verlas, recordé la historia de un español que por esas tierras anduvo. Y eso me hizo pensar que en el cualquier trozo de tierra en el mundo hay una tumba española.

El protagonista de dicha historia es el español José de Ribas, que llegó a ser almirante de la armada rusa en los tiempos de la zarina Catalina la Grande. José de Ribas nació en Nápoles, cuando esta pertenecía a España. Hijo de diplomáticos catalanes, siempre se le consideró español y quedó constancia de ello cuando al alistarse al ejérciro ruso se le inscribió como "hijo de la nobleza española". De Ribas ingresa en el ejército ruso luego de presentarse en Italia al Conde Aleksei Orlov que quedó fascinado de su polivalencia.Los mayores éxitos en su carrera militar fueron; conquistar para Rusia la península de Crimea. Vencer en la batalla naval del estuario del Dnieper a los otomanos. Integrar la ciudad de Ochakov y la isla Berezán al Imperio Ruso, tras férreos asedios. En 1792 firmó el Tratado de Jassy. En él se cedía a Rusia toda la orilla norte del Mar Negro. En un decreto personal, Catalina le encomienda la construcción de lo que pasaría a ser Odesa.


José de Ribas dirigió la construcción de la ciudad de Odesa y la fundó oficialmente en 1794. La ciudad prosperó y progresó rapidamente gracias al buen gobierno de Ribas. A día de hoy es la ciudad comercial más importante del Mar Negro y de Ucrania y la tercera con mayor población del país. La avenida más famosa de Odesa es Deribasovskaya "Calle De Ribas";. Aún a día de hoy existen apellidos "De Ribas" en Odesa, descendientes del padre fundador de la ciudad.


Curiosidades: Tras la muerte de Catalina II, el hijo de esta, Pablo I se convierte en nuevo Zar. Unas de sus iniciativas fue la creación del Ministerio de Montes. Este novedoso ministerio sería dirigido por José de Ribas debido a su fama y consagración. Por lo tanto, el primer ministro de montes de Rusia fue español.

jueves, 20 de febrero de 2014

Agustina de Aragón, la catalana defensora de Zaragoza

Agustina fue protagonista de una de las muchas proezas del pueblo español durante la contienda armada contra el invasor francés. La hazaña de esta catalana, que la hizo célebre en tiempos revueltos, tiempos necesitados de patriotismo, heroicidad y valor, sucedió durante el verano de 1808, cuando los ejércitos napoleónicos intentaban penetrar en la ciudad de Zaragoza. Allí se encontraba Agustina debido a que su marido, un cabo de artillería, se encontraba destinado en la capital aragonesa.

A mediados de Junio de 1808 los franceses intentan entrar en Zaragoza por las puertas del Carmen y Portillo, siendo cerrados por una embestida de la artillería española. Los franceses, a lo largo de los días, causan numerosas bajas a los defensores españoles y, a inicios del mes de julio, el ejército francés se reúne en la Puerta del Portillo, dónde los zaragozanos estaban más debilitados. 

Los españoles defensores de la plaza, estaban desmoralizados y desalentados cuando entró en escena la heroína aragonesa. Agustina, cogiendo la mecha de las manos de un paisano moribundo, disparó el cañón contra los atacantes, de tal manera que sus compatriotas al verla no se dieran por vencidos e hicieran lo mismo. La cosa acabó como acaban las cosas que se hacen con tenacidad y perseverancia. La firmeza y el arrojo de los españoles concluyó en la retirada francesa.


 Por este hecho le pusieron el apodo de "La Artillera". Retratada sutilmente por el genial maestro Goya. Agustina es tan sólo una de las pocas heroínas que participaron en la contienda y conservan su nombre para la historia. Pero fueron centenares los patriotas incógnitos y anónimos. Hombres y mujeres, ancianos y niños, nobles, burgueses y campesinos que entregaron la vida a su patria sin pedir nada a cambio, derramando sangre y sudor para expulsar al vil intruso. Y entre los muertos siempre habrá una lengua viva para decir que Zaragoza no se rinde.


Curiosidades:

El general Palafox, que comandaba las operaciones españolas de Zaragoza, mandó llamar a Agustina y sobre el campo de batalla, le concedió el distintivo de subteniente por la "recompensa del valor y el patriotismo".

El rey felón Fernando VII le otorgó una pensión vitalicia de 100 reales por su heroica participación durante la guerra.

Después de esta proeza, Agustina no cesó en su empeño de expulsar a los franceses, y participó en varias batallas más como el Sitio de Teruel o el Sitio de Tortosa, dónde incluso llegó a estar hecha prisionera, escapándose más tarde.

martes, 11 de febrero de 2014

La historia del Het Wilhelmus. El himno nacional holandés que menciona a España

"Het Wilhelmus" es el himno oficial de los Países Bajos y es el himno nacional más antiguo del mundo. El encargado de escribir el texto fue el escritor holandés Marnix van San Aldegonde, entre los años 1570 y 1572. A su vez, la melodía fue desarrollada por el compositor holandés Adriaen Valerio. 

El himno está dedicado a Guillermo de Nassau, capitán del Imperio español en las provincias Unidas de los Países Bajos que, descontento con la sumisión de la nobleza local y la persecución de los protestantes por parte de los españoles, se unió a la rebelión contra España y se coronó como Príncipe de Orange de los Países Bajos. De este modo, se convirtió en el líder de los rebeldes que se enfrentarían a los españoles, que culminaría decadas después con la Independencia de los territorios que hoy en día son los Países Bajos.


Guillermo de Orange es considerado por los holandeses como el padre fundador, y en el himno se alude a su deseo de una Holanda libre e independiente. También se hace eco del conflicto entre holandeses y españoles, citando a estos últimos en varias ocasiones. Las estrofas están escritas en primera persona como si fuera el propio Guillermo el que las recitara. La letra es una exaltación patriótica y una apología a Guillermo.

El texto es acróstico y consta de quince estrofas, es decir, las primeras letras de cada estrofa forman un vocablo; "Willem van Nassov". En español; "Guillermo de Nassau".

Guillermo de Nassau
soy yo, de sangre germánica
a mi patria fiel
permaneceré hasta que muera.
Un príncipe de Orange
soy, libre y valeroso
al rey de España
siempre le he honrado.

Y me veo proscrito,
Sin pueblo, sin hogar,
Por el sólo delito
De a Dios servir y amar.
Mas el Rey de los Cielos
En su suma bondad,
Colmará mis anhelos,
Remediará mi mal.

LLoráis, fieles sujetos,
En inicua opresión,
Mas Dios a sus adeptos
Lleva en el corazón.
Quien de servirle trata
Le pide sin cesar
Me conceda por gracia
Que os pueda liberar.

Estados y fortuna,
Por vos todo perdí,
Hermanos de alta cuna
Verlos morir sufrí.
En Frisia cayó Adolfo
En el campo de honor,
Su alma en buen reposo
Espera el día mejor.

Retoño alto y preclaro
Soy de un emperador,
A príncipe elevado;
Con cristiano fervor
Por la palabra santa
Osado combatí
Cual héroe sin tacha
Mi noble sangre di.

Mi fuerza y confianza
Señor de Ti vendrán,
En Ti está mi esperanza,
No me dejes jamás.
Haz, Dios, que hasta la muerte
Te sirva noche y dia,
Que con ánimo fuerte
Venza la tiranía.

Oh, Dios, en mí se ensaña
La insidia y el rencor,
Protege de sus mañas
A tu fiel servidor.
Tuerce, Señor, los fines
Del odio criminal,
Que de sus manos ruines
No me venga a mí mal.

David el trato innoble
De Saúl hubo de huir,
Así con tanto noble
Me veo yo perseguir.
Mas Dios fue su victoria,
De dolor le sacó
Y del trono a la gloria
Israel le elevó.

En fin la prueba amarga
Cederá al dulzor
Que mi noble alma aguarda
De Dios Nuestro Señor:
Conocer la ventura
De morir con honor,
Gozando eterna gloria
Cual héroe vencedor.

Ni dolor ni laceria
Igualan dura ley
De saber en miseria
El buen país del Rey.
Mi alma se atormenta
Oh noble pueblo y fiel
Viendo cómo te afrenta
El español cruel.

Al frente de mis fieles,
Con firme decisión,
De cosechar laureles
Esperé la ocasión.
Retiene al enemigo
En Maestricht el temor,
Mis jinetes conmigo
Campaen a sabor.

Si tal hubiera sido
De Dios la voluntad,
Hubiera yo vencido
Allí la tempestad.
Mas el Rey de los Cielos,
De todo ordenador,
Que hay que servir con celo,
Lo dispuso mejor.

Se mantiene constante
Mi principesco ardor,
Mi cristiano talante
No cede ante el dolor.
A Dios con insistencia,
Del hondo de mi ser,
Pido que mi inocencia
Me ayude a defender.

Adiós, pueblo sin ley,
Adiós, mesta oprimida
Vuestro pastor bien cuida
Su dispersada grey.
A Dios te encomendamos,
Sigue a tu Salvador;
Esta vida es, hermanos,
De un solo día flor.

Ultraje ni vileza,
A fe del Hacedor,
Inferí a la realeza,
Lo tengo por honor.
Mas el Señor lo quiso,
Suprema Majestad,
Y he de acatar sumiso
Su justa voluntad

lunes, 10 de febrero de 2014

Una victoria fácil en Bicoca

Fue en las campañas italianas, entre 1494 y 1559 donde España se convirtió en la potencia hegemónica de Europa, en detrimento de Francia. De la numerosa serie de conflictos armados de estas campañas, en esta ocasión, nos centramos en la Guerra de los Cuatro Años entre 1521 y 1526. En ella se enfrentaron las tropas del rey Francisco I de Francia frente a las del Emperador Carlos I de España.

Tras las derrotas imperiales en Pamplona y Mezieres, y las victorias en Noáin y Tournai, los dos ejércitos chocan en el Milanesado con las fuerzas igualadas. Era abril de 1522 y los mercenarios suizos, que no habían recibido sus salarios, exigen una batalla inmediata al comandante francés Odet de Lautrec. Además, le proponen embestir a las fuerzas imperiales de Prospero Colonna situadas estrategicamente en Bicoca, al norte de Milán.


Los franceses contaban con cerca de 30 mil hombres. Las fuerzas españolas no eran más de 20 mil. Confiados en su superioridad, los piqueros de la infantería suiza efectuaban su formación con la intención de masacrar a los españoles. Al aproximarse a las tropas imperiales debían subir una cuesta con una ligera pendiente mientras eran bombardeados por los cañones de artillería española. La inesperada cuesta les impidió cargar de inmediato contra los españoles y se convirtieron en carne de cañón para los excelentes arcabuceros hispanos. El resultado fue la muerte de unos 3000 suizos y sólo una baja española. Los suizos se retiraron, sin llegar a efectuarse una batalla real.

Aunque la victoria española fue decisiva, el conflicto duró unos años más y franceses y españoles se volverían a ver las caras en Génova, Sesia, Marsella y, por último, en Pavía, donde se efectuó la victoria definitiva española.

En 1526, acabada la Guerra de los Cuatro Años, Francisco I fue capturado y llevado a España. Allí fue obligado a firmar el Tratado de Madrid, en el cual renuncia al Milanesado, Nápoles, Flandes, Artois y Borgoña.

Curiosidades:
Cabe reseñar que la muerte del soldado español en Bicoca fue causada por la coz de una mula.

Los arcabuceros españoles no se dieron cuenta de que habían dado un giro a la historia bélica mundial. En Bicoca se puso de manifiesto que la época de la pica y la caballería había llegado a su fin. De este modo emergerían innovadoras armas de fuego que replantearían las tácticas de guerra en los campos de batalla para siempre.

Desde aquella batalla en el idioma español se utiliza la palabra "bicoca" para designar una ganancia fácil, que se adquiere a poca costa.
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